Cuando estábamos todos deslumbrados mirando hacia arriba en el patio delantero, mi primo de cinco años se acercó a mi, se agarró de mi pantalón y se sujetó de mi mano que quedó postrada encima de su caja torácica, (Podía yo sentir en mi mano su corazón palpitando ligeramente), ahí se quedo por poco más de cinco minutos, yo le pregunté: “¿Tienes miedo?” y el me contestó: “Uy si, esta oscuro” Inmediatamente le sugerí que mirara a las estrellas y observara a todos los dioses que algún día fueron seguidos, venerados e idolatrados por miles de fanáticos y que presidieron con orgullo cada sociedad, su humilde pueblo.
P.D.: Para acelerar el paso del tiempo fuimos al puesto de gasolina y mientras esperaba sentado en la guagua vi a tres jóvenes salir del local, uno de ellos sujetaba una bolsa que cargaba varias cervezas importadas. En ese instante vinieron varias imágenes a mi mente, me percaté de los amigos que tengo y de que todavía pertenezco a una juventud pensante que busca constantemente la diversión, el placer de reír, socializar y experimentar en una sociedad a la cual ‘pertenecemos’ y que movilizamos a nuestra manera para crear la cultura que tanto fascina a los demás.