“Amanda tenía 18 años, sus grandes ojos verdes expresaban una inocencia mormona y cómicamente despistada al mismo tiempo. En unos años, cuando cumpla 32, seguro los usará para someter a un hombre. Pero en este momento, son una dosis de preocupación, una dosis de asombro. Sus ojos exigen un adjetivo, suplican una metáfora. Sus ojos son magnéticos, casi abismales, como dos paracaídas.”

-Tom Chiarella, para Esquire.