Después caminamos por poco menos de una hora y media para llegar a lo mas arriba. Cuando llegamos, lo único que se veía era la casita esa con una chimenea y todo lo demás era blanco, neblina y yo como que: “¿Que carajo? ¿Estamos a 3,075 pies de altura y no se puede ver un culo por la maldita neblina?” Pero luego, cuando vino el viento extremadamente frío para el clima puertorriqueño, se alzo ante nosotros la vista de una gran parte del área norte de la isla. Me arrepentí de mi arrogancia y de verdad que…era impresionante.